Mientras que a algunos les atribuyen la paternidad del embarazo de ministras resultonas, a mí me acusan de inventarme alias anglosajones para publicar libros... Ah, estos jóvenes periodistas, cómo entiendo a Aznar. Uno intenta retirarse del mundanal ruido, dejar paso a jóvenes barbudos como Mariano, pero al final hay que volver a la palestra, atajar rápidamente los rumores y no dejarlos crecer. Así que lo siento, debo aclararlo cuanto antes; yo no soy Gary Brecher ni (desgraciadamente) tengo relación alguna con Enrique Murillo, editor de la edición española, ni con la ministra Rachida Dati. Ya sé que ambos (Brecher y yo, no Rachida y Murillo) tenemos ciertos problemas de sobrepeso, pero que conste que lo mío no es de nacimiento, me ha costado años y años de sedentaria dedicación. También coincidimos en sentirnos absurdamente atraídos por las guerras y los conflictos, y en tener un trabajo bastante aburrido y, sí, también se me puede aplicar el término de nerd, aunque yo sí me he vestido de uniforme (poquísimo tiempo y por obligación, no se crean). Pero ignoro si mis escasas capacidades sociales son parecidas a las de Brecher, y desde luego no he vivido en Fresno, California. Qué más quisiera.
Una vez aclarado este asunto he de confesar que sí, que el libro me empezó gustando. Las reseñas en la blogosfera hispana, de momento, han sido elogiosas, cielos, uno hasta lo nombra "libro del verano".
Brecher existe. Tiene su columna, incluso su propia entrada en la Wikipedia. Pero la verdad, respecto a la frase de la portada, no le veo tan "experto", aunque sí tan "irreverente" para ser un "nacionalista norteamericano". En los foros en español tenemos decenas de expertos que le pueden dar sopas con honda. Incluso en lo que conozco de los foros en inglés, tampoco es tan difícil encontrarlos, no digamos ya en la blogosfera; lo que no tenemos, quizás, es el valor de atrevernos a ser tan sinceros como Brecher. Y es que los riesgos de meter la pata escribiendo más de 300 páginas sobre conflictos contemporáneos que nadie sabe muy bien cuándo han empezado, si han terminado o no, y mucho menos quién ha ganado, y qué, son evidentes. Sus "leyes de la guerra moderna" (yo diría pos-pos-moderna), son insultantemente certeras, sencillas e irrefutables. Lo cierto es que al leerlas todos nos damos cuenta de que son ciertas, pero que nadie se atrevía a "escribirlas" en alto. (están al final del libro, y en su entrada de la wikipedia).
Entre los comentaristas españoles se le ha criticado bastante cómo cuenta "lo de Perejil", o que describa la España actual como "un parque temático sin carácter"; faltos de humor para ver la paja propia en el camello ajeno, lo cierto es que Brecher no trata mejor a Carter o al resto de europeos, unos acomplejados como los daneses, que debían haber bombardeado como mínimo a Siria por el asunto aquel de las caricaturas. La chispa de Brecher hace su lectura muy rápida y gratificante, como los tebeos de Boixcar en los que se basa el título en español. Y como en ellos la simplificación resulta excesiva. La documentación, correcta en un primer vistazo, es muy poco consistente si te fijas un poquito.
Desde luego no incluye ni de lejos toooodos los conflictos más o menos actuales, ni los "famosos" (ni una palabra casi sobre guerras "de verdad" como Granada o las de Yugoslavia) ni tampoco de muchas menos famosas, y mira que a la "guerra del fútbol" o a los choques Ecuador-Perú se les puede sacar jugo...
Es una pena que el acumular años y kilos no suponga también atesorar sabiduría.... ¡Brecher y Schwejk contra el mundo! pero al final siempre me pasa lo mismo con libros de este tipo; lees su descripción sobre guerras que no has seguido demasiado, Liberia o Etiopía, y te parece agudo y certero; luego lees sobre los que sí has seguido (Congo o Chad) y el entusiasmo va disminuyendo. Pero cuando te enfrentas a los que sí conoces un poquito, como el del Sahara, la cosa cambia. No digamos cuando Brecher hace tímidas incursiones en el campo de la historia; a la hora de presentar cinco, simplemente cinco grandes victorias francesas de todos los tiempos, incluye algo como la "batalla" de Monongahela (de unos 2.000 participantes juntando ambos bandos, una treintena eran franceses). Y lo siento mucho, Carlos Martel no era, ni fue nunca, rey de Francia, como puede comprobarse incluso en la Wikipedia en inglés.
La originalidad de Brecher se sustenta en tres pilares: como "patriota tradicional a lo Eisenhowher" se permite reírse tanto de los pacifiidiotas izquierdistas, como de los "halcones" que aplauden cualquier brutalidad de su gobierno (de EE.UU, se entiende). Se atreve a decirnos verdades que no por obvias son menos valientes. Y es capaz de resumir hechos muy complejos en muy pocas frases.
Pero el simple tribalismo no siempre lo explica todo. Cinco minutos ante Google son suficientes para encontrar errores en cualquier capítulo, e incluso un nerd debería saber que la guerra, a veces, no es graciosa. Y el mundo, (la religión, la gente, la guerra) son mucho más complejos y tienen muchas más aristas que una puñetera joya de Swarovski.
En resumen, al estilo Brecher:
- Si no eres un maldito empollón de las guerritas (no te has enterado de que los F-117 han sido retirados de servicio, peor aún, no sabes qué es un F-117), disfrutarás más este libro. También si eres flaco y no sabes qué es un foro de historia militar.
- Es ágil y ameno, su lectura es muy agradable, no como esos mamotretos sobre batallas de los que habitualmente hablamos por aquí.
- O te reirás mucho, o te sentirás culpable por reírte mucho.
- Si participas asiduamente en foros de temas militares y se te había ocurrido arrejuntar tus brillantes comentarios para publicarlos en un libro, lo siento, se te han adelantado.
No voy a entrar en si es un buen o mal libro; simplemente, que hacía tiempo que no me divertía tanto leyendo uno, y sobre todo, que no es apto para los gendarmes de lo políticamente incorrecto. Para mí, recomendable.
ResponderEliminarBueno, estamos bastante de acuerdo. Yo también me lo pasé pipa con su lectura, espero que se note en la reseña. Pero viendo cómo resume, por ejemplo, el conflicto del Sahara ¿se pueden tomar en serio el resto de sus análisis?
ResponderEliminarRespecto a lo de Carlos Martel. No solo era un mayordomo o similar en la corte francesa. Fue el abuelo de Carlomagno...
ResponderEliminar... pero la batalla no fue Tours, fue Poitiers.