Siendo de Overy y de una editorial como Tusquets, lo cierto es que esperaba algo diferente de este libro, más enfocado en la macroeconomía y otros condicionantes que reforzaran mi idea de que los alemanes habían perdido la guerra el 3 de septiembre de 1939. Pero no, Overy hace precisamente lo contrario, demostrar (por lo menos a mí) que la economía, aun en plena era industrial, no podía absolutamente con todo, y que para ganar una guerra hacen falta más cosas. Entre ellas, por supuesto, voluntad de ganar y caminos para hacerlo posible.
Overy estructura sus argumentos en diez capítulos, que exceptuando el primero y el último tratan temáticamente ocho argumentos. De estos, tres son económicos "puros" (el dominio de los mares, economías en guerra, una guerra de motores) y otro "mixto", (bombardeos y bombarderos). De los otros cuatro, dos son puramente militares (la guerra profunda, la invasión de Francia) otro sobre eso que está tan de moda en las escuelas de negocios (aliados y líderes en guerra) y por último el gran olvidado, por lo menos para mí: la contienda moral.
Para ser justos, mi crítica está siendo grosera y de brocha gorda, pero no se me ocurre otra forma de resumir sus quinientas páginas en cinco párrafos. Para no fanáticos de la SGM está bastante bien, combina más o menos todos los palos para dar una visión en conjunto, no sólo militar o "civil". Para los tiquismiquis, pues podemos no estar de acuerdo con muchas de sus conclusiones. Acierta, por ejemplo, en poner el acento de la fuerza del Eje en Alemania, siendo la amenaza militar japonesa poco menos que despreciable, pues el Japón de los 30 no era aún la potencia económica y tecnológica que llegó a ser treinta años después. Pero, aunque creo que lo dice en el mismo libro, pero por una esquina perdida, apenas concede espacio al principal agente destructor del Eje, la URSS, contra la que se acumulaba el noventa por ciento del esfuerzo militar alemán. Sí, dedica un capítulo, 45 páginas, a Stalingrado y Kursk. Y más de sesenta al desembarco de Normandía, que sí, que fue muy importante, pero Bagration, la ofensiva contemporánea soviética del verano de 1944, apenas la menciona en dos líneas, y destruyó grupos de ejército, no simples cuerpos, como en Cobra. Aunque dedica todo un capítulo sobre las dificultades de los aliados por luchar juntos, insistiendo mucho en la disparidad entre los occidentales y Stalin, no menciona que, aún siendo ideológicamente más "armoniosa" la coalición formada por el Eje, con eso de la "guerra paralela", de hecho colaboraron mucho menos entre sí, a todos los niveles. Que no se mencionen los sondeos para alcanzar una paz por separado me parece lógico, ya que realmente no pasaron del muy bajo nivel, pero no dice nada, por ejemplo, de cómo Japón no sólo no atacó a la URSS mientras el lumbreras de Hitler sí lo hizo con los EEUU tras Pearl Harbor, sino que además permitió todo el tiempo que le llegaran suministros vía Vladivostok.
En general, digamos que se concentra más en las "virtudes" de los aliados, que en los "defectos" del Eje. Que ojo, también tenía sus puntos positivos, no siendo el menor el atractivo que ejercía entre otros contemporáneos, siempre deseosos de convertirse en ilotas de sus autoproclamados superiores. Un último pequeño gran fallo de Overy, en su último capítulo-resumen, cita varias veces The Testament of Adolf Hitler: The Hitler-Bormann documents February-April 1945, de Genoud, que no, no es "el testamento" de Hitler, ni las "conversaciones de sobremesa", sino unas apostillas que hace muchísimo tiempo se saben falsas.
Por cierto, pese a lo que pueda sugerir el título, no estoy proponiendo ningún paralelismo entre la SGM y los recientes acontecimientos futboleros. Como dice Overy, la victoria de los aliados ni era automática ni estaba decidida por el simple imperativo económico; había que luchar, y también tenía que haber ganas de luchar. Y además, también había que vencer en esa lucha, y no apelar a factores extraños para certificar la victoria, o la derrota. Factores como la meteorología, por ejemplo, siguen siendo fundamentales, pero aunque una tormenta en el canal de la Mancha el 6 el junio de 1944, o un invierno suave y seco en la Rusia europea de 1941-42 habrían supuesto una ventaja para el Eje, en Rusia los inviernos, por definición, son fríos, y en el canal, en verano, lo habitual es el buen tiempo. Si incumples absolutamente todos los pactos internacionales que firmas, incluso con tus aliados, es normal que no se fíen de ti y que no acepten otra cosa que la rendición incondicional.
Y que si juegas duro, lo normal es que te saquen tarjetas.